viernes, 21 de agosto de 2009

Vandor vive

Era el año 1968, era un país llamado Argentina. Era un presidente llamado onganía. Era una dictadura, que llego al poder tras un golpe de estado que derrocó a un presidente constitucional, que con muchas traiciones, había ganado las elecciones. En esos tiempos el secretario general de la CGT era un tal augusto “el lobo” vandor. Ese vandor que había apoyado abiertamente el golpe de onganía. Pronto el movimiento obrero se dio cuenta del error. Es que la dictadura al menor amago de conflicto o ante una declaración de huelga, reprimía y le quitaba la personería gremial o intervenía los sindicatos. Acá en Tucumán conocimos algo de eso cuando tras el cierre de los ingenios y la lucha de la FOTIA en contra de ese proyecto, la dictadura la intervino y la ilegalizo. Así fue que la llego al año 68, y el secretario general de la CGT, un tal vandor, convocó a un congreso normalizador de la central obrera. En ese congreso había dos posturas contradictorias. De un lado estaba Raimundo Ongaro, secretario general del sindicato de los gráficos y sus seguidores, y del otro vandor y sus vasallos. Los vandoristas sostenían que los sindicatos que tenían derecho de participar y votar en ese congreso eran los legalizados por el gobierno, reconociendo de hecho su legalidad. Ongaro y los suyos, en cambio no le reconocían a la dictadura su legalidad. Tras el debate se voto, y fue la primera vez que vandor perdió una asamblea. Como no aceptaron la democracia, vandor y sus acólitos se retiraron del congreso, pero se quedaron con el sello y la estructura de la CGT. Ongaro y los gremios que lo apoyaban fundo la CGTA, la CGT de los Argentinos, que se transformo en el lugar donde todos los que luchaban contra la dictadura se encontraron. Me acuerdo y escribo esto después de leer el mail que mi amigo, Julio Valenzuela, me envió con el titulo de “LA HORA DE LA VERDAD”.
Hay una frase en ese texto que bien podría haber sido pronunciado por vandor o algunos de sus seguidores en ese congreso del 68. Dice Julio : “ La política de "apertura" impulsada por Gijena, consistente en sumar como clientes políticos a los precarizados del interior, a cambio de darles cobertura de obra social aunque no les corresponda, persigue el único objetivo de sumar votos para perpetuarse en el poder. Por eso es que los afiliados de origen, que cumplen con los requisitos para pertenecer al gremio y la obra social, presentando boleta de sueldo y aportes -como todo trabajador en relación de dependencia, ven restringidos muchos de los servicios médicos. Tienen que ceder sus derechos para que los dirigentes puedan auxiliar a gente que trabaja en negro, supuestamente, aunque muchos de esos afiliados que figuran en el padrón de manera ilegal ni siquiera se sabe si realmente son trabajadores de prensa, porque no tienen cómo demostrarlo.Nosotros podemos si juntamos nuestras voluntades, terminar con esta dictadura corrupta que pone en peligro nuestra organización. No tenemos miedo de dar la cara, porque sabemos que estamos del lado de la verdad y que nos apoya la mayoría de los compañeros”.
Como conozco un poco el paño y creo tener la autoridad ética para decir lo que digo, voy a disentir con esa frase, y además voy a sostener que Julio y otros queridos amigos que dicen lo mismo, en realidad no piensan eso. ¿Así que el SER trabajador, obrero o proletario lo certifica, lo avala y lo legaliza una relación de dependencia y los aportes de la patronal? ¿Así que el “privilegio” de ser considerado trabajador de la comunicación requiere que el Directorio de la gaceta, o el de ámbito financiero, o que “lavandina blanqueadora” llaryola me pongan en su nomina y me paguen un sueldo con boleta y aportes? Amigos, yo los escuche decir otras cosas, y tengo para mí que, aunque no lo digan, siguen pensando eso que deician. Zelaya es el Presidente de Honduras, aunque la Corte Suprema, el parlamento y la legalidad de los golpistas diga otra cosa; los gobiernos tienen y deben intervenir en los procesos económicos y sociales de sus países, aunque los legalistas digan lo contrario; los que no tenemos relación de dependencia y boleta de sueldo, pero que con mucho sacrificio y una buena dosis de militancia (¿se acuerdan?), producimos y sostenemos productos periodísticos, debemos y tenemos que considerarnos trabajadores de la comunicación, aunque algunos queridos amigos digan lo contrario. El tema no es Oscar Gijena, el tema no soy yo, ni Julio Valenzuela, ni vandor, ni Ongaro. El tema es el siempre: asumir mi condición de clase y asumir al enemigo. Las frustraciones y los rencores personales son para el diván del psicólogo.
Horacio Rodríguez. Pirucha, el de siempre.

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