viernes, 29 de enero de 2010

FOMENTAR LA VAGANCIA

Posted on 12:21 by adso

"El mayor triunfo de las clases dominantes es el convencer a los dominados que tienen los mismos intereses". Antonio Gramsci

La fenomenal derrota de los sectores populares iniciada en marzo del 76 y coronada con gloria en los 90 dejo profundas huellas en lo económico y social, pero la mas difícil de revertir es la derrota cultural. Esa derrota cultural es la que hace que amplias franjas de los sectores populares crean que comparten destino e intereses con los sectores del privilegio. En el 2001-2002 cuando el país estaba en llamas y al borde de la disolución institucional, el gobierno lanzo el Plan Jefes y Jefas de Hogar. Era un plan en que el jefe o cabeza de familia se anotaba y por una contraprestación laboral de cuatro horas diarias se le pagaba 150 pesos. El sentido de ese plan era uno solo: apagar o atenuar el incendio de la desocupación del 40% y la pobreza e indigencia arriba del 50% que habían dejado los 90 con dos gobiernos liberales. Por supuesto que hubo abusos, que la mayoría de los beneficiarios no hacían ninguna contraprestación y que muchos punteros y dirigentes aprovecharon el plan para su beneficio personal y político, pero no hay que olvidar que solo se trataba de apagar un incendio y en gran medida se lo consiguió. Mas adelante vinieron otros planes sociales, el Plan Familias, el Pec, el Jóvenes por mas y mejor trabajo y otros. Hasta en algunas provincias hubo y hay versiones locales de esos planes. Pero paso que despacio al principio, incrementándose con el tiempo, maximizándose durante la crisis por la resolución 125 y el conflicto con los gauchocratas, apareció el concepto de que los planes sociales "fomentan la vagancia". Pero el paroxismo del concepto se produjo cuando el gobierno lanzo el programa Argentina Trabaja y sobre todo cuando decreto la asignación universal por hijo de 180 pesos. Si vamos a ser justos tenemos que decir que el Jefes y Jefas nunca pretendió ser, ni nunca lo fue mas allá de las palabras, una salida laboral. El Plan Familias tiene un componente distinto, ya que no se pide contraprestación laboral sino contraprestación social. A las beneficiarias se le exige que documenten a sus hijos, que les hagan todos los controles médicos y escolarizarlos, en fin, que los hagan ciudadanos. Los otros planes son más limitados ya que apuntan a sectores específicos como los jóvenes, las personas con capacidades diferentes, y así. El programa Argentina Trabaja es, en principio, diferente a todos. Cada cooperativa tendrá asignada una obra específica para realizar con presupuesto, tiempos y controles establecidos. Además se le realizaran controles sobre la efectiva prestación del trabajo de sus asociados, quienes, al cobrar sus sueldos con tarjeta bancaria, podrán decidir libremente que hacer con el dinero. Pero como todos sabemos, el tango lo dice, la ambición no descansa por lo que ya se vieron modos y maneras de joder a la gente. Queda claro que el concepto de "fomentar la vagancia" encuentra en estos casos algún asidero. Pero decir que la asignación universal por hijo es fomentar la vagancia es mezquino y miserable. Que un país, un estado, una sociedad haya decidido asignar a las familias que están en las mas baja escala de desprotección y de exclusión 180 pesos por hijo es lo mas justo y humano que pueda hacerse. Cuando los gobiernos de los países centrales dieron miles de millones de dólares de los contribuyentes a los bancos, financieros y aseguradoras para que no quiebren nadie dijo nada. Cuando el gobierno nacional decreto la jubilación para hombres mayores de 65 y mujeres mayores de 60 aun cuando no hubieran cumplido con todos los aportes, medida de absoluta justicia, nadie dijo nada. Cuando el gobierno dio la jubilación para amas de casa a mujeres que nunca hicieron aportes, otra gran justicia, nadie dijo nada. Cuando desde el gobierno se subsidia a los ferrocarriles, al gasoil para colectivos, se condonan a través del Banco Nación deudas millonarias de miles de productores agropecuarios, nadie dice nada. Cuando el gobierno financia con préstamos millonarios a nuevos emprendimientos industriales como la nueva planta de General Motors en Buenos Aires o la ampliación de las instalaciones de la siderurgica Techint, nadie dice nada. En cambio, almaceneros, empleados públicos, empleados en blanco o en negro, cuentapropistas que apenas sobreviven repiten como loros el discurso de las clases dominantes, ese que dice: el dinero del estado no se debe usar para dársela a los que no trabajan por que así se fomenta la vagancia. Y esto no es un debate ideológico, es de carácter humano. Si los fondos del estado no sirven para mejorar la vida de los más desprotegidos, no sirve para nada.

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